No hace mucho trabaje en una muy pequeña investigación acerca de la construcción visual de íconos gays: buscábamos identificar características estéticas recurrentes en diferentes íconos, intentando entender ¿que nos atraía visualmente a estas personas? y ¿por qué en su mayoría eran mujeres? En aquel trabajo pudimos entender que para aquellas 50 personas que entrevistamos, la ropa que las mujeres usaban jugaba una gran parte en el fanatismo hacia ellas, pero era aún mas importante el cómo lo usaban. Esto nos llevo a plantearnos aún más interrogantes ¿Será que es un tipo de atuendo especifico el que nos atrae? ¿O es la individualidad de cada una lo que nos permite apreciar lo que llevan puesto?

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De izquierda a derecha: Judy Garland, Bette Davis, Isabel Pantoja, Alaska y Lady Gaga.

Más recientemente me encontré viendo Lo que el viento se llevo, y si bien hay muchos aspectos que pueden ser cuestionados sobre la película, creo fervientemente que el trabajo de Walter Plunkett como diseñador de vestuario es incomparable y uno de los mejores a la fecha, lo que hace aún mas fácil enamorarse de Scarlett O’Hara (otro personaje con sus fallas, pero que sin duda es un ícono); mi adoración por los vestidos de Scarlett me hizo recordar la investigación de la que les platicaba en el primer párrafo y nuevamente me surgió la duda ¿qué es verdaderamente lo que me atrae de este personaje?

Este fanatismo a encontrar mujeres viviendo en un mundo de hombres, que logran vencer un sistema construido en su contra, para triunfar por encima de ellos, casi logrando dar a entender que su feminidad no se enaltece al ser contrapuesta con la masculinidad de los hombres, si no que es enaltecida por sí sola: una emancipación del ser mujer. Eran estas acciones lo que Lypsinka aseguraba que eran las que nosotros anhelábamos, el poder usar una prenda no para el placer de los otros sino para asegurar nuestra misma identidad, la moda entonces se volvía una extensión de quien nosotros somos. 

Judy Garland, Lady Gaga, Isabel Pantoja, Cher, Juan Gabriel, Alaska, Bette Davis, Chavela Vargas, Freddie Mercury… y la lista puede continuar… en su mayoría todes con una estética muy particular a quienes ellos eran, tal vez todo su armario o tal vez solo una prenda, pero logrando recordar quienes eran personal y visualmente.

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De izquierda a derecha: Cher, Chavela Vargas y Freddie Mercury.

Quizá para algunos sea más su discurso el que nos atrae y para otros lo que traen puesto, especialmente cuando nos cuestionamos el estatus de ícono, por ejemplo de Gloria Gaynor quien jamás se ha pronunciado como una aliada de la comunidad, esto a pesar que dos de sus mas grandes éxitos I will survive y I am what I am sean himnos de la misma comunidad. Posiblemente sea este un caso en donde mas allá de quién es, o lo que usa, es lo dice lo que nos atrae hacía ella (aunque la lentejuela probablemente también ayuda). 

Es difícil encontrarse cuando la búsqueda de identidad esta limitada a un número limitado de espacios y de personas con la que se puede ser uno mismo, pero el poder encontrar desde nuestras televisiones a mujeres y/o de personajes que se apropiaban de los lugares y que fueran expuestas para hacerlas una celebración de su unicidad es posiblemente donde muchos de nosotros hallamos refugio, a veces sin darnos cuenta. Los tocados de Bob Mackie en Cher, el vestido de novia de Madonna, los sacos de Juan Gabriel, el vestido rosa de Marilyn Monroe, todos grabados en la memoria de muchos de nosotros, no simplemente por lo que son si no por quiénes y cómo los usan. 

 

Emilio Castillo es colaborador en badhombremag.com “me gusta mucho observar, escribir de moda y la gente”.

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