Luigi Mangione enfrenta un inminente destino: la pena de muerte

En diciembre de 2024, la calentura de miles se hirvió cuando Luigi Mangione fue anunciado como el encapuchado que asesinó a Brian Thompson, director ejecutivo de UnitedHealthCare, en un intento por acabar un negligente símbolo de crueldad y descaro corporativo. 

Capturado en un McDonalds de Altoona, Pensilvania, llego a acaparar los titulares y obteniendo el favor de la ciudadanía por su heroísmo y cierta ‘guapura’, eso no bastó para que la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, solicitará la pena de muerte al enjuiciado. Esto pretende renovar las solicitudes de este ámbito judicial que el presidente Donald Trump quiere imponer a delincuentes federales.

Mientras Luigi se declara inocente de los cargos que enfrenta (posesión de armas y documentación falsa), el revuelo ha generado una consternación pública sobre su futuro. Casi la mayoría cree que este acto lo dejaría como un mártir caído y una víctima más del sistema. Una de sus abogadas, Karen Friedman Agnifilo, declaró que la pena de muerte equivaldría a un “asesinato premeditado y patrocinado por el estado, destinado a proteger a la inmoral industria de la atención médica”. 

El descontento es renuente en Nueva York, ya que desde 1980 no han ejecutado tal descabellada acción. Si la librará, Mangione recibiría cadena perpetua sin libertad incondicional, sin embargo, la administración de Trump ordenó desde su primer día, respetar y acatar tal orden en delitos de una gravedad que se exija su uso, sin considerar otros factores. “Los políticos y jueces que se oponen a la pena capital han desafiado y subvertido las leyes de nuestro país”, declararon en una orden ejecutiva firmada.

Pese a los esfuerzos por disuadir a sus seguidores, la próxima audiencia de Mangione en el tribunal federal está prevista el 18 de abril. 

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