Vivimos con ella todos los días, desde la alarma que nos despierta, hasta la que ponemos para relajarnos en las noches cuando lo que queremos es desestresarnos. De camino a la escuela o al trabajo, la música nos entiende en nuestros estados de ánimo, situaciones y hasta recuerdos. Esta cercanía con la música impacta de buena forma a nuestro cerebro que resulta altamente sana.
Reguetón, corridos tumbados, pop, norteño, sonidero, todas las expresiones de música tienen un efecto positivo en nuestro estado de ánimo y aunque no necesitábamos un artículo científico para saberlo, no está de más saber la manera en que nos beneficia. Uno de los beneficios más importantes es su capacidad para disminuir el estrés.
Cerebro, emociones y música
En un programa televisivo La UNAM responde en 2020, Patricio Calatayud, docente de la Facultad de Música (FaM) expresó que la música ha demostrado a través de la investigación ser sumamente provechosa para lidiar con el estrés, ya que su función terapéutica tiene una larga historia; especialmente en estos tiempos tan inciertos.
“A partir de una cualidad básica de la música, una de las actividades recomendables para relajarse con ella es tener una escucha pasiva e inmersiva, que nos permita dejarnos fluir en el tiempo para sacar las incertidumbres que generan las noticias, redes sociales o entorno familiar y/o laboral; dejando que las emociones nuevas surjan en nosotros, el cerebro se activa y disfruta”, aseguró.
En el artículo El cerebro y la música de Francisco Delahay y Sergio de Régules explican que más que un gusto por la música nos inspira emociones, desde la oleada de placer abstracto que nos pone la carne de gallina sin saber por qué, hasta la nostalgia del recuerdo que nos evoca.
“Tanto significado emocional le damos a la música que es fácil ponerse sentimental y no apreciar el enigma que entraña. Charles Darwin lo expresó por primera vez en 1871, en su tratado sobre el origen de los humanos: “Puesto que ni la capacidad de disfrutar ni la de producir notas musicales tienen la menor utilidad para el hombre en sus hábitos cotidianos, hay que clasificarlas entre las facultades más misteriosas de las que está dotado”.
El mismo artículo explican que dadas las últimas investigadores de la neurofisiología de la música se han dado cuenta de que la música no sólo activa la corteza auditiva, sino también otras regiones del cerebro especializadas en tareas muy diversas: las que controlan los músculos (particularmente en las personas que tocan algún instrumento), los centros del placer que se activan durante la alimentación y el sexo, las regiones asociadas con las emociones y las áreas encargadas de interpretar el lenguaje.
Según Robert Zatorre, neurocientífico del Instituto Neurológico de Montreal, las actividades musicales —escuchar, tocar, componer— ponen a funcionar casi todas nuestras capacidades cognitivas.
¿Cómo funciona el cerebro ante los estímulos de la música?
Hugo Sánchez Castillo, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM describe el proceso de la siguiente forma: Al escuchar una pieza musical, existen varias formas de apreciarla. Primero, el cerebro la capta a través de las cortezas auditiva primaria y secundaria, localizadas en el lóbulo temporal (recibe y regula estímulos sensitivos).
Y si la música tiene voz, el cerebro lo procesa hacia la parte que maneja el lenguaje. Además, se dirige a otras regiones como son la corteza prefrontal (maneja cognición, emoción y conducta humana), y regiones talámicas e hipotalámicas (ambas manejan emociones).
Al escuchar una pieza musical, existen varias formas de apreciarla. Primero, el cerebro la capta a través de las cortezas auditiva primaria y secundaria, localizadas en el lóbulo temporal (recibe y regula estímulos sensitivos).
¿Qué sucede con la música triste?
El especialista destaca entonces el violonchelo, que con sonidos graves y bajos refleja sentimientos de dolor o melancolía que involucra el ritmo y la letra. “En este último punto podemos identificarnos dependiendo de si lo narrado en la canción lo hemos vivido o no”, explicó el investigador universitario. “Un dato curioso es que aquella música que consideramos triste se grabará más que aquellas que consideramos alegres”.
Concluye que el hecho de que las personas que están tristes escuchan canciones melancólicas, y esto no es porque sean masoquistas sino porque existe una identificación con una situación, misma que les ayuda a entender el problema, les permite retroalimentarse y así tener elementos para cuando se presente dicha situación.
Así que tus pensamientos sobre que la música cura el alma ahora están fundamentados, eso sí, solo pon atención a tu alrededor cuando lleves los audífonos puestos. Escucha más música si te sientes triste, cansado o agotado, al igual si estás triste, lo importante es que te genere bienestar.
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