Hay carreras que se construyen con la misma osadía y sofisticación con la que se confecciona una pieza pensada para romper esquemas, y la de Diego Calva es prueba viva de ello. De las calles del cine independiente mexicano a las producciones más imponentes de Hollywood, el actor ha trazado un camino brillante e intrépido, siempre fiel a su esencia, aunque se enfrente a los reflectores más deslumbrantes. Su manera de habitar cada personaje, como su presencia fuera de la pantalla, encarna ese espíritu de quien desafía las expectativas y juega con las reglas para reinventarse en cada paso.

Por eso, no es difícil imaginarlo como la personificación de la nueva propuesta Gucci Spring 2025, una colección donde el minimalismo se convierte en un ejercicio de seducción elegante, un equilibrio entre sobriedad y deseo. Con siluetas limpias, tejidos ligeros y colores neutros que abrazan el cuerpo con naturalidad, pero siempre con una dosis de irreverencia, Sabato De Sarno presenta un guardarropa que apuesta por la contención, aunque sin renunciar a la sensualidad ni al carácter. Sacos perfectamente estructurados, pantalones que rozan la piel con suavidad, transparencias sutiles y detalles inesperados, como toques de cuero y tejidos brillantes, crean un lenguaje de poder silencioso, ese que no necesita gritar para hacerse notar.

Así como Diego ha logrado conquistar Hollywood desde la autenticidad, sin perder su voz ni su identidad, Gucci propone ahora una elegancia que habla desde la seguridad y la sofisticación interior. Cada prenda parece pensada para hombres como él: aquellos que entienden que la verdadera fuerza está en los matices, en la actitud con la que se visten de mundo, y en la capacidad de habitar tanto el lujo como la sencillez con una mirada audaz. Una declaración de estilo y presencia que, al igual que la carrera de Calva, confirma que a veces menos es, definitivamente, mucho más.

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Total Look Gucci, Joyería Cartier

Desde sus inicios en el cine independiente hasta su explosiva llegada a Hollywood con Babylon, Diego Calva ha demostrado que su carrera está marcada por las casualidades, las pasiones y un profundo amor por el cine. En esta entrevista, nos abre las puertas a su mundo, sus reflexiones sobre la industria y los proyectos que lo están transformando.

Valerie García (VG):  Diego, la actuación llegó a ti de una forma tan particular. Empezaste queriendo dirigir y terminaste frente a la cámara. ¿En qué momento sentiste que actuar era tu verdadero camino?

Diego. Calva: Yo sabía que quería estar en el cine como fuera. Recorrí muchos rubros antes de actuar: llevé café, hice construcción, arte, props, sonido. Mi primera vez frente a la cámara fue porque un actor no llegó a un cortometraje y el director, amigo mío, me pidió ayudarle. No quedé muy convencido. Luego, con Te prometo anarquía, mi primera película, pensé que tal vez sería mi única experiencia, como un ‘one hit wonder’. Pero ahí descubrí que la actuación me liberaba. Curiosamente, cosas que me daban pena en la vida real, como estar desnudo, las podía hacer frente a una cámara con 60 personas mirándome. Eso me impactó. Sin embargo, fue hasta Babylon cuando me atreví a llamarme a mí mismo actor. Ese proceso fue como mi universidad, y ahí supe que ese era mi camino.

VG: Además, tu llegada a Babylon fue algo fuera de lo común: Damien Chazelle te descubrió por una foto y terminaste viviendo en su casa. ¿Cómo influyeron esas casualidades en tu carrera?

Diego Calva: Sí, fue completamente inesperado. Al principio, veía la actuación como una manera de aprender dirección. Era como tener clases privadas con cada director. Pero con Babylon me pasó algo increíble: mi personaje Manny entra al cine por amor al medio, sin saber por dónde, igual que yo. Fue como si la película hablara de mí. Esa cercanía con Manny me ayudó a decidirme y abrazar por completo la actuación. Me di cuenta de que no era casualidad, sino destino.

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Total Look Gucci, Joyería Cartier

VG: Tu entrada a Hollywood fue espectacular, pero también implica desafíos, especialmente como actor latino. ¿Cómo manejas la presión de los estereotipos y defiendes tu propia voz?

Diego Calva: Al principio no pensaba tanto en la representación o la responsabilidad que eso implica. Pero durante la promoción de Babylon, la prensa me hizo ver muchas cosas. Me di cuenta de los clichés que todavía existen. Al inicio, como actor, es difícil decir que no, porque uno busca cualquier oportunidad. Por ejemplo, Narcos fue una gran oportunidad para mí, aunque hoy sé que hay papeles que ya no quiero representar. Con el tiempo, he aprendido a decir no, aunque cueste. Ahora busco que cada proyecto tenga un nexo, un discurso, algo que diga quién soy. Mi sueño es que cuando alguien vea las películas que hice, entienda qué quise decir con ellas.

VG: Tu recorrido es increíble, del cine independiente a una nominación al Globo de Oro por Babylon. ¿Cómo ves tu evolución como actor?

Diego Calva: Desde Babylon la vida cambió por completo. Ha sido un crecimiento en todos los sentidos, no sólo laboral, también personal. Me di cuenta de que el cine es un lenguaje universal. Al principio, en Hollywood, el idioma, las cámaras caras y todo el show me intimidaban, pero al final entendí que hablamos el mismo idioma: el cine. Eso me quitó la pena. Ahora pienso que la vida empieza después de escuchar ‘¡acción!’. Todo lo demás, pagar la renta, las cuentas, es la chamba. Y mientras me sigan invitando a la fiesta, yo me quedo.

VG: Tú eres un cinéfilo de corazón, estudiaste dirección y conoces el lenguaje cinematográfico. ¿Cómo influye eso en tu forma de actuar?

Diego Calva: No soy un actor formalmente entrenado, pero tengo mucha noción cinematográfica. Eso me ayuda a entender cómo funciona una escena, qué necesita el encuadre, el sonido, el ritmo. Además, haber trabajado en varios departamentos: llevar café, hacer vestuario, arte, me enseñó a respetar cada parte del proceso. Eso me hace ver la actuación y la dirección como algo que se complementa. Y también me enseñó a entender mejor a los directores.

VG: ¿Y existe alguna filosofía que guíe las historias que eliges contar?

Diego Calva: Sí, no quiero arrepentirme de los proyectos que haga. Me ha pasado que, por no saber decir que no, me he metido en cosas que no me representan. Ahora sé que el cine es la unión de todo lo que amo: música, fotografía, escritura. Y quiero que mis películas reflejen algo importante, que entretengan pero que también planteen preguntas. Me interesa que sean negocio e industria, pero también arte. Proyectos como El secreto del río cumplen con eso: hablan de temas de mi país, cosas que a veces ni los mexicanos conocemos. Busco películas que, aunque sean incómodas, generen preguntas importantes.

 VG: Estás trabajando en proyectos muy interesantes como Celda 211 y On Swift Horses. ¿Qué nos puedes contar de estos nuevos retos en tu carrera?

Diego Calva: Celda 211 ha sido uno de los proyectos más físicos y duros que he hecho. Habla de un tema muy importante: las condiciones de los presos y la corrupción en México. Para mí es clave contar estas realidades en una plataforma como Netflix, porque alcanza a mucha gente. Y On Swift Horses fue una experiencia increíble: actuar con la nueva generación de Hollywood, después de Babylon, fue un regalo. La presentamos en Toronto y pronto en Austin. Ojalá se pueda ver pronto en México. Ha sido muy especial.

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